Cómo lavarse las manos correctamente

Muchas enfermedades en general, y algunas transmitidas por alimentos en particular, serían evitables si todos cumpliéramos unas normas de higiene básicas en el lavado de las manos. Esto es importante en cualquier etapa, desde la producción del alimento hasta que el consumidor lo introduce en la boca, y cobra vital importancia cuando los alimentos se consumen crudos.
Taparnos la boca con la mano al estornudar o ir al baño y no lavarse correctamente las manos (o no lavarlas en absoluto) son gestos muy habituales en el día a día, incluso en manipuladores de alimentos que trabajan en la industria alimentaria o en hostelería, pese a haber recibido la formación obligatoria. Estos gestos tan poco higiénicos pero tan cotidianos pueden poner en peligro la salud de las personas que luego consumirán estos alimentos. Pero también nos puede pasar en nuestra casa. El lavado correcto de manos es un procedimiento que debería ser tomado muy en serio e incorporado a nuestros hábitos básicos de higiene diaria.
La correcta manipulación de alimentos empieza con tener las manos limpias y secas. Es una frase muy obvia pero es necesario que quede muy claro: antes de manipular cualquier tipo de alimento, primero debemos lavarnos y secarnos bien las manos. Nuestras manos pueden contener microorganismos que no están presentes en los alimentos y que pueden transferirse a estos durante la manipulación. Por eso, insisto: lo primero es lavarse y secarse bien las manos.
¿Y cómo, exactamente, debemos lavarnos las manos?
Lo único que necesitamos para lavarnos bien las manos es agua potable del grifo y jabón de manos, frotar concienzudamente y secarnos con una toalla limpia. Nada más.
Para entender un poco mejor cómo actúa el lavado de manos frente a la prevención de enfermedades, es importante mencionar que la flora (bacterias, virus y hongos) presente en nuestras manos se clasifica en dos categorías: transitoria y residente. La flora transitoria es la que se elimina más fácilmente porque no está anclada a la superficie de la piel y está compuesta tanto por microorganismos patógenos como por microorganismos inofensivos para el ser humano. La flora residente, por lo general, no es patógena y se elimina con mucha más dificultad porque sí está adherida a la superficie de la piel, sobre todo en zonas de difícil acceso como los pliegues de las uñas, los folículos pilosos y las glándulas sebáceas.
Otro concepto importante a tener en cuenta es que el jabón de manos no tiene efecto biocida, es decir, no mata microbios. El jabón elimina los microorganismos (patógenos o no) gracias a la espuma que producen los detergentes presentes en él, que permite dispersar y solubilizar la suciedad y los microorganismos contenidos en ella.
El factor clave para la eliminación de patógenos de nuestras manos es la fricción. El lavado de manos debe ser vigoroso, hay que frotar enérgicamente las manos para que toda la suciedad adherida se despegue por completo, haciendo hincapié en las yemas de los dedos, pulgares y zona de las uñas (valiéndose de un cepillo en caso de que estén muy sucias), sin olvidarse de las muñecas.
La duración del lavado es otro factor importante en la reducción de la carga microbiana. Está comprobado que el lavado de manos durante, al menos, 15 segundos (10 de enjabonado y 5 de aclarado) disminuye de manera relevante la flora transitoria y que esta disminución es mayor cuando el tiempo de lavado aumenta a un máximo de 30 segundos (20 de enjabonado y 10 de aclarado). Un lavado de manos que dure más tiempo no implica mayor eliminación de microorganismos porque a los 30 segundos, la flora transitoria ya se eliminó y la residente no se separará mecánicamente a pesar de un lavado de manos más largo.
La cantidad de jabón que utilicemos no es especialmente relevante para la reducción de patógenos, aunque hay estudios que establecen un mínimo de 0.5ml de jabón para que el lavado sea efectivo. Sin embargo, un factor que siempre se ha considerado importante en la eficacia del lavado de manos es la temperatura del agua. Existen diversos estudios que demuestran que la temperatura del agua no tiene efectos significativos en la reducción de la flora transitoria presente en las manos. Estos estudios indican, además, que el agua está considerado como un irritante de la piel y parte de este potencial de irritación puede agravarse con el aumento de la temperatura del agua. Una exposición repetida al agua caliente puede provocar la pérdida de componentes lipídicos presentes en la piel, que cumplen una función protectora, y las consecuencias pueden ser severas cuando se utiliza agua caliente (por encima de 43ºC) de manera frecuente. Así pues, la temperatura del agua durante el lavado de manos debería ser aquella que le resulte cómoda a cada persona.
En la imagen que vemos a continuación, se muestra el procedimiento completo de un correcto lavado de manos recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS):
El siguiente paso tras el enjabonado de las manos es el aclarado, que también debe hacerse minuciosamente y empleando la fricción para eliminar todo resto de jabón y suciedad.
Finalmente, el correcto lavado de manos termina con el proceso de secado, que puede llegar a eliminar cerca del 90% de los microorganismos que permanecen en las manos después de lavárnoslas. Se deben usar toallas limpias (lo ideal son de un solo uso, de papel) para evitar la recontaminación de las manos y evitar los secadores de manos por aire ya que pueden ser una fuente de contaminación y de dispersión de microbios si el lavado no se hace adecuadamente. Es importante secarse bien las manos por dos razones: porque la fricción durante el secado aumenta la eliminación de patógenos y porque las manos mojadas contienen y transfieren los microorganismos más fácilmente que las manos secas.
Cabe destacar también que el correcto mantenimiento del estado de la piel podría ayudar a disminuir la carga microbiana y el anclaje de flora patógena en la piel. La razón de esto es que la piel dañada es más difícil de lavar; cuando la piel se seca, se agrieta, se hacen heridas o se descama, está proporcionando una superficie irregular perfecta para que la flora patógena crezca en un entorno muy acogedor por su inaccesibilidad. Por ello, es recomendable hidratar frecuentemente las manos con cremas para evitar el daño en la piel provocado por el lavado.
En resumen:
1. El lavado correcto de las manos es una herramienta importantísima para la prevención de enfermedades.
2. El factor crítico en el lavado de manos es la fricción. Deben frotarse las manos vigorosamente con jabón durante 10-20 segundos.
3. Es importante hacer hincapié en las yemas de los dedos, la zona de las uñas y los pulgares.
4. El aclarado también debe hacerse minuciosamente frotando las manos para eliminar restos de jabón y suciedad.
5. El secado con toallas limpias es muy importante porque elimina los restos de jabón y patógenos que hayan podido quedar y porque las manos mojadas son más susceptibles a la contaminación microbiana que las secas.
6. Las manos deben hidratarse con frecuencia: una piel dañada es más susceptible a la colonización microbiana.
FUENTES UTILIZADAS
Jensen D, Macinga D, Shumaker D, Bellino R, Arogast J, Schaffner D. Quantifying the effects of watertemperature, soap volume, lather time and antimicrobial soap as variables in the removal of Escherichiacoli ATCC 11229 from hands. J Food Protect 2017;80(6):1022-1031.